Aunque la alfarería es un oficio tradicional y hay muchísimas personas amantes de la cerámica, me sorprende la cantidad de personas que desconocen totalmente cómo se crean las piezas o que creen que lo único que hay que hacer es «darle al torno».

Sin embargo, es un proceso muy laborioso, y conocerlo nos acerca más a las piezas, genera un vínculo con ellas y, por supuesto, contribuye a concederle al trabajo del artesano el valor que merece.

Es cierto que existen muchos tipos de arcilla distintas (de eso hablaremos otro día), muchas técnicas diferentes e incluso distintos tipos de horno y de cocción para conseguir determinados efectos. ¡La cerámica es todo un mundo!

Pero aquí os voy a contar cómo lo hago yo.

En primer lugar, el paso fundamental es el diseño de la pieza. Como he trabajado muchos años como artista plástico, mi cabeza está siempre llena de ideas, combinando formas y colores e imaginando objetos que a veces suponen todo un desafío en su ejecución técnica.

En algunas ocasiones, dibujo algunos de los diseños para plasmar lo que tengo en mente y eso también me ayuda a dar rienda suelta a la imaginación.

¿Cuál es mi inspiración? Sobre todo la naturaleza: me encantan las plantas y las flores. Tengo un jardín que voy trabajando poco a poco, y no dejo de maravillarme con la perfección de las formas, las texturas y los colores del reino vegetal. Me encanta observar la evolución de las flores, los frutos y el paso de las estaciones. También tengo la suerte de vivir en un entorno rural, donde estamos rodeados de olivos y paseamos mucho por el campo. La naturaleza es tan diversa y tan alucinante que, para mí, es una fuente inagotable de inspiración.

Cuando tengo claro lo que voy a hacer, ¡me pongo manos al barro!

El primer paso es amasar el barro. Este es un proceso que muchos artesanos realizan con una máquina, pero yo aún no dispongo de ella, así que lo hago a mano. Es una tarea un poco intensa físicamente, pero ¡así me pongo fuerte! Al amasarlo, el barro se ablanda y queda con una textura perfecta para trabajarlo, ya sea en el torno o con planchas.

La arcilla que yo utilizo siempre es arcilla blanca de La Rambla (Córdoba). Esta arcilla me proporciona el fondo perfecto para la decoración que me gusta hacer: es como un lienzo en blanco.

En cuanto a la fabricación de la propia pieza,

trabajo de dos formas: en el torno o bien mediante planchas.

Para trabajar con planchas, es necesario extender el barro con un rodillo (como si fuera una pizza) y de ahí se recortan las piezas necesarias, que luego se ensamblan para formar el objeto en cuestión. Este es el proceso que sigo para realizar las tablas de servir y algunos objetos planos, como las jardineras para las plantas.

Si voy a trabajar en el torno, primero coloco lo que se llama «pella», que es el montón de barro inicial, y lo voy moldeando hasta formar la pieza que busco. Saber utilizar el torno requiere bastante práctica, yo aún sigo perfeccionando mis habilidades. Esta es la actividad que más suele llamar la atención de la gente, pero insisto en que tan solo es una parte del proceso.

Una vez que las piezas están formadas, ahora toca esperar a que se sequen (al menos un poco) para poder continuar trabajándolas. Para eso, se colocan en unas estanterías con bandejas de madera que se van moviendo.

En la cerámica, los tiempos son muy importantes. Es necesario estar muy pendiente de cómo evolucionan las piezas según las condiciones ambientales, porque si pasa demasiado tiempo y la pieza se endurece mucho, es imposible trabajarla o mucho más difícil, y el resultado ya no es el mismo. Por eso, hay que planificar muy bien el trabajo, y si una pieza «necesita» ser trabajada un domingo, el lunes ya será tarde.

A las piezas que se hacen en el torno, cuando se secan un poquito hay que hacerles la parte de abajo (el «culo»). Si no, quedarían totalmente planas. Esto también se hace en el torno con la ayuda de un instrumento y es de las tareas más relajantes para mí.

A continuación, hay que repasar las piezas. Esto consiste en ir alisando las pequeñas imperfecciones que quedan tras trabajar la pieza, sobre todo en el torno. Así que manualmente se pasa una esponjita húmeda por cada una de las piezas para que queden perfectas. Este es un paso que no todo el mundo hace, pero influye mucho en la calidad del resultado.

¿Quieres saber cómo continúa el proceso de creación de mis piezas? ¡No te pierdas la siguiente entrada del blog!

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