En el mundo actual, todo funciona a una velocidad vertiginosa: comida rápida, moda rápida, contenido instantáneo… Todo ya, como dice la canción de Arcade Fire. La mayor parte de la población vive acelerada, sumida en una espiral de inmediatez y prisas, donde nunca hay tiempo para nada, donde es difícil disfrutar de algo con tranquilidad. Y sin embargo, el tiempo es nuestro bien más preciado, lo único que nunca se recupera.

No obstante, existen muchas personas que ya están cansadas de ese ritmo y quieren llevar un estilo de vida más sereno. Cuando se rompen los esquemas, cuando hay alguna crisis, la tendencia es volver al origen, a lo que ha funcionado siempre. La artesanía es uno de esos pilares que siempre están ahí: oficios que existen desde tiempos inmemoriales, que en un principio surgieron para cubrir las necesidades del ser humano, pero que poco a poco fueron evolucionando. Los artesanos han ido realizando su trabajo cada vez con más primor y cariño, esforzándose por hacer no solo productos de máxima calidad, sino también realmente especiales, y en algunas ocasiones se elevan de tal forma que más bien se les puede considerar arte. 

Colgante con forma de rama de olivo de Blackrose joyas

De hecho, la palabra «artesanía» tiene un origen muy bonito: procede del latín «artis-manus», que significa «arte con las manos».

Parece increíble pensar que hoy en día aún exista este tipo de trabajos, basados en la paciencia y el mimo. Son trabajos «de otro tiempo», aunque en cierto modo han evolucionado y se han adaptado a nuestra era. Actualmente existen miles de artesanos que aportan una nueva mirada a los antiguos oficios. La artesanía contemporánea es espectacular y sorprendente.

Cuando consumimos rápido y de forma masificada, los objetos pierden su valor. Realmente no nos provocan más que una emoción instantánea, que responde casi más a la euforia de la compra que al producto en sí. Esto se debe en parte a que la producción automatizada también va muy rápido y se busca reducir el coste, aunque con ello también disminuye el significado de los productos.

Hay algunas personas que tienen miedo de la inteligencia artificial, y piensan que los robots nos van a quitar el trabajo a las personas. La psicóloga Inma Puig dijo una frase fantástica en la que está la clave de este asunto: «los robots les quitarán el trabajo a quienes trabajen como robots». Ahí está el quid de la cuestión.

¿Qué es lo que nos hace humanos? Entre otras cosas, las emociones. Y los productos elaborados artesanalmente ya tienen un pedacito del alma del artesano. Cuando compramos un producto artesanal, sabemos el trabajo y la dedicación que se esconden detrás. Además, aporta exclusividad a nuestra vida y eso ya nos vincula al producto. 

Cuando todo se tambalea, siempre nos refugiamos en las cosas que nos hacen sentir bien, tanto materiales como inmateriales. Por eso, ¿por qué no intentamos rodearnos de objetos que realmente signifiquen algo para nosotros? La artesanía es una forma de fomentar el consumo responsable, limitándonos a comprar tan solo aquellas cosas que necesitamos y que nos aportan algo, o simplemente nos saquen una sonrisa. No solo hay que alimentar el cuerpo, sino también el alma.

Esta web usa cookies para mejorar tu experiencia. Asumiremos que estás de acuerdo con ellas, aunque, si lo deseas, puedes rechazarlas.    Más información
Privacidad